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viernes, 23 de enero de 2015

DEL MIEDO AL SUEÑO

Desde que tengo uso de razón, el miedo me acompaña. 
Siendo niña iba caminando por el sendero de la vida y tropecé con él,  desde ese día me temo que me acompaña,  y supongo que me acompañará siempre,  el miedo forma parte de mí.  
Desde niña aprendí a crear mi propia burbuja,  aprendí a acabar enamorándome de la soledad,  de la tristeza,  de la desconfianza ...
Desde niña aprendí la palabra respeto,  para mi el respeto era todo lo contrario a lo que la gente de la calle me demostraba día a día,  y a pesar de ser una niña,  no acabé siendo como toda esa gente que se ríe de una niña,  por no entrar en sus esquemas de una niña con una belleza externa perfecta.  ¿Acaso se preocuparon de saber como era mi interior para juzgarme? Que se burlasen los niños lo comprendo,  es lo que aprenden de sus mayores,  aunque lo entiendo ahora,  porque de niña no entendía porque los que se llamaban amig@s mí@s podían en un momento dado tratarme así, pero lo que no entiendo,  ni ahora, es que lo hiciera una persona adulta,  eso era lo que más me ofendia y dolía. Juzgaban sin conocerme,  ¿acaso no saben de la existencia de los sentimientos? Se supone que son adultos,  que ya tienen parte del camino recorrido,  que han tenido sus tropiezos y sus alegrías... Y aún así,  actúan provocando dolor a una niña,  sabiendo que aunque se es pequeñ@, se tienen sentimientos. 
Me  enseñaron a vivir con miedo,  me enseñaron que es lo que no hay que hacer,  me enseñaron como no hay que tratar a una persona,  me enseñaron a no juzgar por las apariencias,  me enseñaron a ver el interior de un ser humano .  De niña pude elegir entre dos caminos,  el de ser como ell@s, descargando mi furia hacia una persona más débil, o elegir el camino del respeto y el cariño.  L@s que me conocen saben perfectamente cuál elegí y estoy muy orgullosa de ello. 
A lo largo de los años el miedo me ha limitado a la hora de hacer determinadas cosas,  sentía miedo al rechazo.  Confieso que de niña era frágil, muy sensible,  y cuando durante tantos años estás mamando una cierta actitud hacia ti,  una se acaba creyendo cada palabra y que tu vida no tiene valor,  te consideras un cero a la izquierda y para nada es así,  nadie es más que yo,  ni yo soy más que nadie,  todos estamos aquí de paso,  y todos tenemos en común que nacemos y morimos.  
Como decía antes,  el miedo me ha limitado en realizar proyectos,  en vivir experiencias...  Pero en uno de los momentos que más miedo pasé,  el proceso de mi enfermedad,  aprendí a soñar,  aprendí  a superar temores,  no digo que los haya superado todos,  no creo que eso sea posible,  la vida pone muchas zancadillas a lo largo del trayecto.  El miedo me dio fuerza,  porque me enseñó a no seguir su camino y a crearme los míos propios,  a perseguir mis sueños,  mis expectativas... 
Si el miedo aparece en tu vida,  no hagas como yo hice desde niña,  no le des de la mano y camines con él.  Ignoralo,  céntrate en tu meta,  busca la manera de perseguir y alcanzar tus sueños,  y aunque el camino hacia esa meta sea dura,  mira de no abandonarla,  porque eso puede ser tu salvación,  quien sabe si acabas alcanzando  la meta o no,  pero en el caso de que no lo consigas,  seguro que durante el trayecto ha surgido alguna oportunidad,  otro sueño por el que luchar. 
Si no te sientes con fuerzas para hacerles frente tú sol@, pide ayuda,  aferrate a las personas que te quieran de verdad,  seguro que esas personas que te respetan,  que te comprenden y que te demuestran comprensión,  estarán encantadas de hacer de tu flotador salvavidas,  porque hoy eres tú,  y mañana puede ser la otra persona.  
Desde niña aprendí,  que hay que tratar a los demás,  como te gustaría que te tratasen a ti. 

Perdonad si no cuento los motivos de porque soy como soy, o los moti  aqpor los que se burlaban,  seguro que ya os habéis hecho a la idea,  así que a los que no me conocen,  les doy permiso para que pongan a funcionar su imaginación. 

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